miércoles, 26 de febrero de 2014

la antartida




La historia de un continente comienza cuando llega el hombre y la presencia humana es muy reciente en la Antártida.

Los primeros avistajes se realizaron durante el siglo XVII. En 1756 un navío español, el "León", procedente del Perú en ruta a Cádiz, es abatido al sur del Cabo de Hornos por un temporal y el 28 de junio avista una isla y la circunnavega denominándola San Pedro.
Entre 1772 y 1775, el capitán inglés James Cook cincunnavegó el continente antártico y aunque no lo avistó, dedujo su existencia por las masas de hielo que navegaban a la deriva. También arribó a la isla San Pedro, a la que rebautizó Georgias del Sur. En 1794 fueron formalmente ubicadas geográficamente las rocas "Aurora", cuya existencia, denunciada por un buque español 20 años antes, se había transformado en una leyenda.
Al finalizar el siglo XVIII se inicia un primer período de la Antártida caracterizado por las aproximaciones de naves españolas y de otras banderas cada vez más hacia el sur y por algunos descubrimientos de archipiélagos de importancia.

El siglo XIX marca un gran cambio en el territorio americano que lucha contra España para lograr su independencia. En ese marco bélico, el almirante Guillermo Brown emprende una campaña en 1815 para hostigar a la flota española en el Pacífico, con 2 buques: la fragata "Hércules" y el bergantín "Trinidad". En busca de su destino zarpó rumbo al sur y al transponer el cabo de Hornos un fuerte temporal lo abatió hacia el mar Antártico, alcanzando los 65º de latitud sur. El informe de Brown indica la presencia de tierra cercana. El petitorio que el comerciante Juan Pedro Aguirre presenta al Consulado de Buenos Aires el 18 de febrero de 1818, solicitando la autorización para la instalación de un establecimiento para pesca de lobos en alguna de las islas existentes a la altura del Polo Sur, confirma el conocimiento de tierras antárticas.

Uno entre otros varios foqueros, el "Spiritu Santo", fue seguido por el brig norteamericano "Hercilia" hasta la isla Decepción.

La información precedente es de suma importancia, pues revela que fueron foqueros argentinos quienes habían visitado con anterioridad las islas y, si en el año 1818 ya se dirigían a ellas con rumbo fijo, surge como consecuencia que las conocían anteriormente, por lo cual su descubrimiento por lo menos remontaría al año 1817.

Entre 1819 y 1821 los buques rusos "Vostok" y "Mirny" circunnavegaron el Antártico. Su comandante F. G. de Bellingshausen, un alemán al servicio de Rusia, era un hombre cauteloso y emprendedor. En 1821 avistó una costa ríspida y montañosa, que nombró Tierra Alejandro 1 (69º 53'S) en honor al zar de Rusia.

Todas esas comprobaciones fueron el punto de partida de sucesivos viajes de buques que desplazaron sus actividades hacia el sur, tomando como punto de reunión las inmediaciones de las Islas Shetland y especialmente la abrigada isla Decepción.

En 1823 el capitán inglés Weddell descubre el mar que hoy lleva su nombre, por el que penetró hasta los 74º 15'S y 34º 17'W en condiciones excepcionalmente favorables de hielo.

Posteriormente y zarpando en 1838 desde los Estados Unidos, el teniente de marina de guerra Charles Wilkes alcanza el cabo de Hornos y circunnavega el continente antártico.
Hacia la misma época tuvo lugar una expedición de franceses comandada por el capitán Cesar Dumont D' Urville, de la Marina de Guerra. Descubrió lo que llamó Tierra Adelia, Luis Felipe e Isla Joinville, estas dos últimas al norte de la Península Antártica.

Enterado de estos descubrimientos, James Ross, oficial de la Marina Británica, zarpó hacia el sur desde Nueva Zelanda, con el "Erebus" y el "Terror". Atravesó el hielo de mar, que en el verano deriva hacia el norte, y después de cuatro días entró en un mar abierto que ahora se denomina de Ross. También vio el monte "Erebus", un volcán activo de más de 4.000 metros de altura. Posteriormente el Gobierno de Buenos Aires dicta el 10 de junio de 1829 un decreto de incuestionable importancia para nuestra soberanía: la creación de la Comandancia Político Militar de las Islas Malvinas. Hay un aspecto de este decreto que es también fundamental para nuestra soberanía antártica, porque es la primera norma legal que obliga a la protección y conservación de la fauna en las islas adyacentes al Cabo de Hornos, es decir en las islas antárticas. Los pinnípedos habían sido objeto de un exterminio brutal desde fines del siglo anterior en las costas patagónicas y de archipiélagos adyacentes.

En 1880 el Presidente Roca dio apoyo a una expedición austral, proyectada por el marino italiano Guillermo Bove, que se concretó a través del Instituto Geográfico Argentino. Una especial sensibilidad en la reciente investigación antártica fue desarrollada por el Instituto Geográfico Argentino, especialmente a través de su presidente el doctor Estanislao S. Zeballos. Estos esfuerzos culminaron el 23 de noviembre de 1896 cuando el doctor Francisco Seguí, sucesor de Zeballos, elevó al Poder Ejecutivo el proyecto de una expedición científica polar.

Paralelamente, surgen nuevas peticiones para el establecimiento de factorías comerciales en las islas Shetland del Sur y la Península Antártica.

En 1894, Luis Neumayer invoca al Ministro del Interior con un petitorio para que se le autorice la exploración y reconocimiento de la "Tierra de Grand". Luego de fundamentar su pedido en razones políticas y económicas dice que conviene que se conozcan esas tierras bajo el amparo de la bandera a la que pertenecen, y de sus trabajos surgirá la base para aquellos que deseen explorarla y explotarla en sus riquezas.

El 29 de diciembre de 1894, el Presidente de la Nación don Luis S. Peña suscribía una resolución autorizando a Neumayer para explorar el territorio situado al sur de la Patagonia y denominado de Grand (hoy Península Antártica), aunque prohibiendo cualquier tipo de explotación.

A fines del siglo pasado se inician una serie de estudios intensivos sobre la naturaleza del antártico, recomendados por sucesivos Congresos Internacionales de Geografía y que culminaron exitosamente en el año 1957-1958, cuando se lo llamó Año Geofísico Internacional, durante el cual se revelaron muchos de los interrogantes científicos existentes.

Nuestro país brindó todo el apoyo requerido por las misiones científicas extranjeras.
Bajo esta nueva óptica de los años polares se realiza entre el período 1897-1899 la Expedición Antártica Belga, comandada por el teniente Adrían de Gerlache, de la que participó Roald Amundsen. Gerlache quedó con su buque encerrado y a la deriva entre los hielos durante todo el invierno. Antes de él, ninguna expedición científica había invernado en la Antártida.

Para cumplir las recomendaciones del Congreso Internacional de Geografía reunido en Berlín en 1899, se organizaron cuatro expediciones científicas: la Expedición Antártica Alemana (1901-1903), comandada por el profesor Erich Von Drygalsky; la Expedición Antártica Sueca (1901-1904), comandada por el profesor Otto Nordenskjöld; la Expedición Antártica Británica en la misma fecha comandada por el capitán Robert F. Scott y la Expedición Antártica Nacional Escocesa (1902-1904), comandada William S. Bruce.
El 10 de octubre de 1900 se decidió la participación en la Expedición Antártica Internacional. Para este fin se encomendó el establecimiento de un observatorio magnético y meteorológico en la Isla de los Estados. A mediados de noviembre de 1901 comienza la instalación de un faro y un observatorio en la isla Observatorio del grupo Año Nuevo, frente a la costa norte de la Isla de los Estados, bajo la conducción del Teniente de Navío Horacio Ballvé.

El gobierno argentino ofreció todo su apoyo a la Expedición Sueca del Dr. Nordenskjöld y en ella participó el Alférez de Fragata José María Sobral, joven argentino que cumplió trabajos de meteorología, magnetología y geodesia. La expedición invernó entre los años 1902 y 1903, y fue rescatada por la corbeta argentina Uruguay .

El 22 de febrero de 1904 la Argentina comenzó a ocupar tierras antárticas al comprar la pequeña estación meteorológica del escocés doctor Bruce, en la Isla Laurie de Orcadas del Sur.

La ocupación argentina es así la más antigua y permanente del Continente Antártico. En 1950 el Observatorio de Orcadas pasó a jurisdicción de la Fuerza Aérea y en 1952 a la del Ministerio de Marina, siendo operado como Destacamento Naval Orcadas (decreto Nº 13.714 del 23 de diciembre de 1952), denominación que actualmente mantiene.

Cuando ya contaba casi treinta años de servicio, la corbeta Uruguay inició su etapa más gloriosa. Reacondicionada para enfrentar los hielos antárticos, procedió a efectuar los relevos de la flamante base Orcadas en la temporada 1904-1905, durante la cual buscó infructuosamente a la Expedición Francesa del doctor Jean Charcot cuyo paradero se ignoraba. Con posterioridad regresó a la Antártida en doce temporadas, la última en 1922. Actualmente es buque museo junto a la fragata Sarmiento en el puerto de Buenos Aires.
El capitán Carl Anton Larsen fundó junto a industriales argentinos y comerciantes la primera Factoría Ballenera del Hemisferio Sur, "Compañía Argentina de Pesca S.A." en las islas Georgias del Sur.

La segunda estación meteorológica permanente en los mares australes también fue establecida por nuestro país en enero de 1905, en las proximidades de la Compañía Argentina de Pesca en Grytviken.

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